martes, 7 de junio de 2022

De libros y ediciones

 

Libro, un objeto en transición


 


El objeto libro que nace en la Edad Media, es decir, el libro en forma de códice, aún sobrevive pese a todos los presagios de su desaparición. Sin embargo, podemos decir que hoy el libro está pasando por un momento de transición, del papel a la luz y que, ese proceso que en la historia es lento a pesar de la velocidad de los cambios tecnológicos, todavía no encuentra su soporte definitivo. 

A principios del siglo XXI se auguraba la desaparición del libro impreso Se hablaba de la muerte del libro en papel, que prontamente estaba siendo reemplazado por otras formas: libros interactivos en CD-ROOM primero y luego distintos formatos de libros: PDF, E.PUB, HTML. La tecnología de hoy implica que los libros tienen que poder leerse no solo en el ordenador o en el lector (Kindle o Tablet), sino también en dispositivos más pequeños como el teléfono celular. El uso de las TIC  es un salto enorme en la industria editorial, no solo para quien los produce, sino para los recintos bibliotecarios en términos de oferta, capacidad y almacenamiento y posibilidad de consulta de libros. Desde la consulta de libros de referencia –antes pensados como textos imprestables y de restringida circulación– hasta las revistas académicas de divulgación masiva.
Las redes digitales han transformado la forma de crear contenidos (Bhaskar & Phillips, 2021). Plataformas, blogs, enciclopedias, textos colaborativos han cambiado la forma de hacer libros e incluso los perfiles laborales en el campo de la industria editorial. Figuras como el archivero, por ejemplo, ha sido reemplazado por los sistemas de gestión de contenidos digitales. El distribuidor de libros debe tener hoy otras destrezas. Distribuidores como Amazon Kindle, Scribid o Academia, requieren otros  intermediarios editoriales: las librerías han sido sustituidas por la interfaz basada en algoritmos, bases de datos y centros de datos en todo el mundo (Bhaskar & Phillips, 2021). El perfil del lector (entendiendo al que lee y consume libros y que es el principal intermediario del producto editorial) también ha cambiado y hoy podríamos hablar del internauta, que navega, que busca, que lee contenidos muy diversos en internet, que  escucha y ve videos y que hace lecturas paralelas en la red. De acuerdo a García Canclini (2007), esta nueva situación aumenta para millones de personas la posibilidad de ser lectores y consumidores de contenido. No solo eso: millones de personas tienen así mismo la posibilidad de ser productores de contenidos: blogs, posts, booktubers…


El libro digital en Ecuador y en América Latina

 

En el Ecuador, de acuerdo a los datos de la Cámara Ecuatoriana del Libro, básicamente la mitad de la producción editorial tiene que ver con las universidades. La estadística no difiere mucho de lo que está ocurriendo en el continente. En Ecuador en 2021, la universidad pública ha producido 578 títulos y la privada, 878, es decir 1456 títulos. La tendencia (ver mapa) es similar en América Latina. Y más: se puede decir que, durante la pandemia (2020, 2021), el sector menos afectado de la industria editorial ha sido justamente el libro académico, el libro universitario. Mientras la crisis golpeó fuertemente al mundo editorial en general, las editoriales universitarias se dieron modos a seguir produciendo —con modelos de subvención de las universidades— y, particularmente, se dedicaron a producir más libros en formato digital, enriqueciendo así sus repositorios y brindando a los docentes insumos para sus clases virtuales y a estudiantes, amplia bibliografía.



 

 







Conclusiones y desafíos


El libro académico en América Latina representa, hoy por hoy, la mitad de su producción editorial. Las universidades, como centros de producción y difusión del conocimientos, deben estar en condiciones de constituirse como la principal fuente de producción editorial, para su propio consumo y para la sociedad (De Sagastisaval, Rama, & Uribe, 2016). Tanto en términos de producción como en términos de difusión y comercialización del libro académico, en sus formatos impreso y digital, el mundo de hoy exige nuevos retos y nos pone frente a grandes y complejos desafíos. 
En términos de producción, la realidad actual exige alianzas, coediciones —con contribuciones bien sea económicas o bien sea a través de compartir procesos de producción (edición, diagramación, elaboración de ebooks)—, trabajo colaborativo y en redes, convocatorias abiertas, además de la sistematización de procesos editoriales (como el mencionado OMP). Y en términos de difusión, venta y distribución, exige a las editoriales universitarias reinventarse, buscar canales de distribución digital y enfrentar el tema del libre acceso y las licencias creative commons de formas creativas pues estos modelos son dificiles de sostener (más aún cuando las librerías universitarias deben sostenerse a costa de lo que producen las editoriales universitarias). 
Las editoriales universitarias tienen el reto de transformar trabajos académicos en libros de divulgación, un reto que exige, a la vez, procedimientos que garanticen la validez académica de los contenidos (revisores de pares, evaluadores, lectores) y la viabilidad de su publicación.  A veces es la propia comunidad universitaria  cree que  edición es un proceso más o menos automático que no debería requerir demasiada dedicación ni tiempo, porque a menudo lo que más interesa es la obtención de un ISBN que da peso al currículum, mientras que el quehacer editorial no solo piensa en el estatus de quien escribe ni en las citas que hagan referencia al libro o al autor  (y que evidentemente suman prestigio y reconocimiento tanto a autores como a editoriales) sino también en aquel que consume el libro académico (docente, estudiante, público lector general). En la mayoría de las editoriales universitarias no se publican únicamente los autores universitarios y no se trabaja restrictivamente para el autoconsumo.  Eso hace del trabajo de la edición universitaria aún más complejo.

 


viernes, 3 de junio de 2022

domingo, 20 de septiembre de 2009

ITT 2

ITT: el “Plan B” camina más rápido que el “Plan A”…

En junio de 2007 el gobierno ecuatoriano lanzó la propuesta de mantener el crudo bajo tierra, con lo cual el Ecuador renunciaría a la explotación petrolera del bloque ITT, a cambio de una compensación económica de la comunidad internacional de 350 millones de dólares anuales. La propuesta nació mal desde el día mismo del anuncio… el Presidente Correa, si bien se refirió en su discurso a esa primera opción, puso más énfasis en la segunda alternativa, la de la explotación petrolera.
En año y medio se ha evidenciado dos corrientes dentro del mismo Gobierno: la una, de corte ambientalista, que persigue conseguir fondos internacionales para evitar la explotación en ese bloque y, la otra, que cree que explotar el ITT será la salvación para el Ecuador que está, en calidad de mendigo, sentado sobre la riqueza de los barriles que saldrán del ITT.
Ambos criterios son erróneos. Los ambientalistas han ignorado, en su discurso y en los foros internacionales, que el ITT es una porción pequeña dentro del Parque Nacional Yasuní (dentro del parque de 900 mil hectáreas están cinco bloques petroleros), haciéndole creer al mundo que con ello salvarán a toda la amazonía ecuatoriana y a la más importante Reserva de Biósfera. Y quienes van por la explotación ignoran los datos técnicos que confirman la calidad del crudo que brotará de ese bloque: un crudo pesado (14.7 grados API), es decir, que requiere diluirse para poder ser transportado por los oleoductos SOTE y OCP.
El llamado “Plan B”, es decir, el de la explotación del bloque, ha caminado más rápido que el “Plan A”, el de la conservación. Petroecuador, desde junio del 2007, prepara la licitación internacional e incluso tienen ya una opción en firme: el Bloque 15 (antes Oxy) estaría a la cabeza de las operaciones del Bloque ITT, de acuerdo a las actas del Directorio de Petroecuador.
El Proyecto ITT se viene implementando desde el año 2000. En el 2001 y 2002 se perforaron los pozos Ishpingo 3 e Ishpingo 4 con el fin de evaluar las reservas de esos campos. En el 2003 la empresa francesa Beicip-Franlab actualizó los estudios que había realizado en 1995 y, más recientemente, en junio del 2008, la Escuela Politécnica del Ejército y NCT Energy Group, presentaron su versión final para el desarrollo del ITT.
En dicho documento se exponen, además de los datos técnicos, la metodología para desarrollar la explotación del campo, las evaluaciones económicas, las alternativas contractuales y las consideraciones sobre la estructura legal para implementar el proyecto. De acuerdo al estudio, la explotación se haría por fases: primero se desarrollaría el campo Tiputini y después, la parte sur del bloque (Ishpingo y Tambacocha). En pocas palabras, al ITT se le quitará una T.
De acuerdo a los últimos estudios, la perforación de 113 pozos de producción se hará en racimo; se construirán 5 pozos de evaluación y 20 pozos de reinyección de aguas de formación desde 7 plataformas; se construirá una planta de mejoramiento y una estación de transferencia; se utilizarán helicópteros para el traslado entre plataformas; el crudo se diluirá con el de Pañacocha y el de Edén-Yuturi. Se habilitará el aeropuerto de Tiputini, se utilizará al río Napo como vía fluvial, se ampliará la refinería de Shushufindi y se trabajará en sinergia con los bloques vecinos: 15, 31 y 16. La producción se iniciará a los tres años de iniciadas las actividades en esta primera fase.
¿Y en cuanto al área ambiental y a las relaciones comunitarias? De acuerdo al documento de la ESPE, la tienen fácil… “Existen numerosas comunidades en el área entre las cuales vale la pena destacar los colonos de las riberas del río Napo y el grupo de no contactados de los que no se dispone de datos ciertos o actualizados. Con respecto a los colonos de este río, debe establecerse acuerdos para viabilizar el proyecto”. De llegar a acuerdos con las comunidades indígenas (que son la mayoría en la ribera del Napo), el documento no dice nada.
Mientras se anuncia la emisión de bonos o el compromiso del parlamento alemán de entregar 300.000 dólares para un estudio de pre-factibilidad; mientras se aplauden los discursos (el último, del presidente Correa en el Foro Social de Belén) y mientras se publican libros con bucólicas imágenes de la selva, en el campo, donde no llegan ni los foros, ni los libros, ni los discursos ambientalistas, en Nuevo Rocafuerte o Tiputini, la gente está deseosa de que llegue el ITT… Esperan que venga con puestos de trabajo y con alguno que otro beneficio para la comunidad. A Boca Tiputini ya han llegado las consultas para instalar el campamento base desde donde se realizará la operación.
Solo dos cosas pudieran evitar la explotación del ITT: la comprobación de la presencia de grupos indígenas sin contacto (por lo que pudiera demandarse al Estado por el delito de genocidio) o el precio del crudo y la crisis internacional, que pudieran hacer poco rentable el ambicioso proyecto.


Publicado en Vanguardia, enero 2009

ITT 1

Iniciativa ITT: crónica de un fracaso anunciado

Cara de desconcierto tenían los diez parlamentarios alemanes en su visita a Orellana el 2 de septiembre 2008). Se acababan de enterar que el ITT es solamente uno de los cinco bloques petroleros que están dentro del Parque Nacional Yasuní. ¡Y ellos que estaban pensando en salvar el paraíso terrenal!
Los pobres e incautos alemanes seguramente solo vieron las 58 fotos colgadas en la página web de la iniciativa ITT (http://www.yasuni-itt.gov.ec/) en cuya galería aparecen doce bucólicos paisajes, seis especies de flora, siete fotos de ranas e insectos y 20 de otros animales (pumas, monos, aves); un montoncito de madera cortada, rezagos de la tala ilegal; y dos fotos de una manifestación de indígenas waorani en Quito, todos desnudos y con plumas, para completar el prístino paisaje.
También les deben haber mostrado los discursos y presentaciones que están colgados en esa página, el video promocional y les deben haber regalado el bonito libro de Pete Oxford con fotos de los waorani de Bameno para que se vayan contentos a proponerles a los contribuyentes alemanes que una parte de sus impuestos va a ir directamente a proteger el paraíso: así, el primer mundo evitará irse al infierno por contaminar a los países del tercer mundo. ¡Su conciencia quedaría tan limpia como la selva virgen!
Lo que no les mostraron (además de que la selva no es tan virgen como parece ni tampoco tan limpia) es el mapa, un simple mapa de ubicación, y menos, claro, fotos de las instalaciones petroleras, de las vías petroleras que están dentro del Parque Nacional Yasuní y del territorio waorani o de las plataformas que llevan años ahí.
Al menos, cuando vieron el mapa de ubicación de los bloques petroleros los pobres alemanes se pusieron más pálidos de lo que ya son. El famoso ITT es apenas una esquina del parque ¡y ellos se acababan de enterar!
Cuando se les preguntó a los parlamentarios alemanes que cuánto de los 350 millones de dólares que se pide al año estará destinado a la protección del parque, a los planes de vida del pueblo waorani, al control de la tala ilegal de madera y a la protección de los pueblos ocultos que allí habitan, no supieron ni qué contestar.
Lo que sí contestaron es que cuatro meses es muy poco tiempo para conseguir tanto dinero y que el gobierno ecuatoriano aún no les ha dicho quienes serán los beneficiarios de esos recursos, es decir, no les han presentado ningún proyecto (y eso que ahora para todo se hace proyectos con todos los detalles y formatos posibles). Tampoco les han presentado ninguna garantía de cuánto tiempo durará la “iniciativa ITT”. Ellos temen lo que cualquier inversor: que se pague y, que, en 10 o 20 años, igual, se explote el dichoso campo.
En resumen: a los parlamentarios alemanes (y a la Opep, y a los belgas, holandeses y demás interesados en contribuir a tan noble causa) no se les ha explicado el cuento completo. No se les ha enseñado fotos de los últimos muertos a lanzazos en la zona, de las violencias ocasionadas por el descuido de las autoridades, de la miseria en la que viven los waorani que se mudaron a vivir en las carreteras petroleras, de la basura y desperdicios arrojados por los trabajadores ilegales de madera… ¡A ellos, solo el paraíso, los animalitos, los insectos, los paisajes y los documentos que afirman que ahí está la mayor reserva de biósfera del mundo!
Ahora, generosamente, el gobierno les da a los gringuitos un ultimátum. Hay hasta enero del 2009, es decir, cuatro meses más, para decidir si se hace o no esa licitación. O mejor, cuatro meses más de discursos sobre el tema, de aplausos de los conservacionistas, de sueldos de los funcionarios de la Secretaría Técnica y del Consejo Administrativo y Directivo de la iniciativa ITT, (conformada mediante Decreto 1227, de 29 de julio de 2008, un año después de que se lanzó la propuesta el 5 de junio del 2007), viajes y de lobby internacional en los que se habrá gastado, por supuesto, mucho más de lo recaudado. Un buen negocio para quienes están en el ecologismo de salón.
De ganar el sí en la Nueva Constitución (y si esta Carta Magna no se convierte en letra muerta, por supuesto), el gobierno no podría de ninguna manera explotar el ITT porque sería demandado por genocidio. Tampoco podría explotar los demás campos colindantes con la Zona Intangible por la misma razón. Al menos así dice el artículo 57 numeral 22:
“Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral, irreductible e intangible, y en ellos estará vedada a perpetuidad todo tipo de actividad extractiva. El estado adoptará medidas para garantizar sus vidas, hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio, que será tipificada por la ley”.
¿Se habrán puesto a pensar el Presidente Correa y su ministro Chiriboga que de empezar con la licitación del ITT (y no solo eso, la licencia del 31, la explotación del bloque 17, del 16 o la explotación del campo Armadillo, donde hay evidencias concretas de que presencia de pueblos ocultos) pudieran ser demandados por etnocidio?
¿En realidad es posible una demanda de ese calibre? Alberto Acosta dice que sí, que se puede hacer esa pelea... que esa es una de las ventajas del proyecto constituyente y remarca también el derecho a la resistencia. Lo que no dice es que en Montecristi decidieron curarse en salud. Y redactaron otro artículo:
Art. 407: “Se prohíbe la actividad extractiva de recursos no renovables en las áreas protegidas y en zonas declaradas como intangibles, incluida la explotación forestal. Excepcionalmente dichos recursos se podrán explotar a petición fundamentada de la Presidencia de la República y previa declaratoria de interés nacional por parte de la Asamblea Nacional que, de estimarlo conveniente, podrá convocar a consulta popular”
Por supuesto, en esa consulta no podrán participar los principales afectados pues estamos hablando de pueblos ocultos, tagaeri-taromenani, imposibilitados de votar, de ejercer ningún derecho ciudadano menos, aquello de la “autodeterminación”, por su condición de “no contactados”. O sea, de todas, todas, la explotación del ITT va ¡porque va!
Las últimas declaraciones de Galo Chiriboga son contundentes: ya planteó la terminación de la moratoria petrolera al incorporar, nuevamente, a procesos licitatorios, los campos petroleros ubicados en el suroriente de la Amazonía.
La exploración y explotación de las reservas del suroriente (que incluye el ITT) volverán una vez terminados los estudios y los plazos para conseguir fondos que impidan explotar el ITT, ha dicho el Ministro. En esta zona están ubicados los bloques 25, 26, 30, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 41 y 42, distribuidos en las provincias de Pastaza y Morona Santiago. Desde marzo del año pasado, cuando Alberto Acosta fue ministro de Energía, el Gobierno decidió no explotar esas áreas por encontrarse en medio de reservas naturales y zonas de tránsito de los pueblos en “aislamiento voluntario”.
Los parlamentarios alemanes se fueron de Coca con el mapa bajo el brazo y un poco desconcertados: no tenían ni idea de que el ITT significa una porción de 200 mil hectáreas de un parque de casi 900 mil, es decir, apenas un 22 por ciento del total del Yasuní. Está visto: no aportarán nada o al menos, no lo suficiente. Y serán, junto con los demás países del primer mundo, los únicos culpables de que el paraíso se vuelva un infierno.

Milagros Aguirre
Septiembre, 2008

PUEBLOS OCULTADOS

Confundir. Crear cortinas de humo. Distraer. En eso, las autoridades son expertas. Lo demostraron en el foro realizado en Flacso a propósito de los muertos lanceados en una zona colona de la amazonía. Se empeñan en hablar de supuestos planes de contacto forzado y hacer retórica basada en supuestos antropológicos y en buenas intenciones. A lo que no responden es a la situación de Marcos Duche que perdió a tres miembros de su familia; a la presencia de la petrolera y a sus informes; a las consecuencias de la sísmica en ese territorio; a la aplicación del código de conducta firmado por las petroleras.
Es más sencillo satanizar la presencia misionera en la zona, que por cierto, desde hace 30 años, ha documentado la situación de los pueblos aislados y las acciones u omisiones del Estado en varias publicaciones. Pero ni una palabra sobre cómo evitar los contactos violentos que hemos visto al menos desde el 2003. Contactos violentos que han dado como resultado varias muertes.
Hasta hoy no se ha detenido a ningún maderero ilegal (salvo a ocho motosierristas peruanos a los que se llevó a la carcel de Archidona sin un centavo ni para una llamada telefónica); no se ha visto ninguna acción frente a los grandes comerciantes de madera o a los jefes de dichas mafias; no se ha puesto control sobre las expediciones de algunos inquietos waorani en busca de sus vecinos; no se le ha exigido cuentas a la petrolera.
Nos empeñamos en decir que están voluntariamente aislados cuando los vemos cada vez más cerca –y cercados por todos lados- de esas peligrosas fronteras que les aterrorizan pero que también les atraen. Basta ver las lanzas, cuyos adornos ahora son nuestros desechos… seguro es más fácil con hacha que con piedra, con nylon que con chambira… porque estamos hablando de personas, de seres humanos, no de guacamayos.
Quedan tres escenarios: seguir ocultando la presencia de estos pueblos hasta que desaparezcan… ¡pues los van a liquidar!; sacar a todo el mundo de ahí, incluidos colonos, campesinos, petroleras, militares e incluso al pueblo waorani; o trabajar en el conocimiento, investigando su ubicación, siguiendo sus movimientos, controlando la presencia de gentes que representen una amenaza para ellos y dando señales de paz para que, poco a poco, dejen las lanzas, que en buena ley son signo de guerra, y tengan libre albedrío para circular seguros por su territorio sin miedo a balas perdidas, a los asaltos a sus casas, o a los estruendosos helicópteros, generadores y motosierras.
Le corresponde al Estado decidir. Si seguimos ignorando incluso su ubicación en el mapa, seguiremos tiñiendo de rojo la selva y asistiendo a funerales de los que el Estado no se hace responsable. Y a foros para discutir el destino y los derechos de las personas que ocultamos y que decimos “proteger”.

El Comercio, 13 09 2009